Grecia: dos rescates y cinco planes de ajuste después, su continuidad en el Euro está en la cuerda
floja, la tasa de paro roza el 22%, y el PIB acumula una caída del cercana al 14%, han aumentado suicidios y emigración, se ha deteriorado la salud… es
un país en quiebra. Portugal: un rescate de 80.000 millones y
cuatro planes de austeridad después, ha
alcanzado cifras record en emigración, el desempleo se ha disparado al 15%, es un estado torturado con una calificación de 'bono basura'.
¡Y ese es el camino a seguir! El de la quimera
que nos impone quien está sacando pingües beneficios del sufrimiento que, sin
embargo, sí mantiene despiertos y con los ojos bien abiertos a millones. Cientos
de miles en Portugal han conseguido frenar la cabezonería del topo Passos Coelho.
En España tenemos hoy una oportunidad para
que escuchen los que no ven, en una acción que -paradójicamente- ha promovido otra
ciega.
La inteligente mudanza del hoy octogenario Adolfo Suarez,
que trasladó la sede de la Presidencia del Gobierno a la inexpugnable fortaleza de La Moncloa, quizás tenga parte de
culpa en que el lema de la protesta no sea ‘Rodea la Moncloa’, sino ‘Rodea
el Congreso’. Pero la verdadera responsabilidad hay que buscarla en la torpeza
de la topillo Cifuentes que, a finales de
invierno, ante la sentada pacífica del hartazgo, decidió envolver en celofán la
Cámara Alta. Incluso durante el calor de agosto, cuando no quedaba nadie dentro, la delegada del Gobierno
mantuvo el cerco de vallas azules en una provocación legítimamente interpretada como
el secuestro de lo que es de todos. Nuestro es el Parlamento, sede de la
soberanía popular, aunque lo hayamos
arrendado durante cuatro años a ciegos y obtusos… pero también a quienes -¡ojalá!- hoy tengan
el coraje de romper el desmesurado cerco policial para situarse al
lado de la ciudadanía. Y lo que hoy ocurra allí será responsabilidad exclusiva de quién lo provocó... con poca vista y menor amplitud de miras.
La topera con el suelo de parquet barnizado por el que algunos
intentan meter el morro buscando una salida está en otro lado: unos 4
kilómetros al noroeste de la Carrera de San Jerónimo.
Dicho lo cual ¡nos vemos a las 6… rodeando a los que no ven!
Dicho lo cual ¡nos vemos a las 6… rodeando a los que no ven!
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