24 de febrero de 2012

Sueño XLVII: El que no sé si quiero escribir

Aparcamos junto al ventanal sin cristales de la cuarta planta del parking.
Él salió del coche y, con la valentía de quien no sabe de peligros, se puso a jugar en el quicio del precipicio.
Le llamé la atención -¡ten cuidado!- mientras cerraba el coche.
Y, cuando me acerqué para alejarlo de la caída, me miró con su linda carita y me dedicó su mejor sonrisa.
Después... cayó.

En otro mal sueño habría despertado antes de que tocara el suelo.
En este… no.

Alargué mi mano hacia su mano... pero sólo tuve tiempo de verlo caer.
Y lo ví estamparse contra la acera.
Y escuche el impacto
Y sentí el golpe en mis vísceras.
Desde arriba, lo amé roto boca abajo.

Insufrible, antes de que la incapacidad para seguir sufriendo
me devolviese a la vigilia al fin, fue el esfuerzo de su último aliento.
La última energía que empleo en girarse…
…para volver a dedicarme, desde abajo y con su linda carita intacta, su sonrisa mejor.
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21 de febrero de 2012

Alberto, Reina del disfraz

Se le acabó el carnaval a la Reina. Después de currarse el disfraz de moderación construido con sedas de silencios y tules de falsedad; después de trabajarse con esmero a los amigos y de utilizarlos con poderío en los medios…  consiguió el título la Drag y no esperó a la llegada de la Cuaresma para hacer trizas la careta.

Se oponía en público a las políticas extremas de su partido… pero en privado seguía manejando con soltura la campanilla con la que acudía raudo el sirviente. Criticaba con elegancia a sus rivales en público, cuando en privado los machacaba imponiéndoles el veto en medios, en principio independientes y de izquierdas, que salvaguardaron su honor tapando la boca  a sus trabajadores.  Defendía a los vulnerables aupando en público a los jóvenes, a las mujeres…  mientras, en privado y escondiendo a sus mujeres jóvenes, escupía sapos contra sus colaboradores y colaboradoras… alguna -costurera eficiente del embozo progresista- abandonada cual colilla y recambiada por otra más tierna cuando el disfraz comenzó a dar calor.

Y el título ardía tanto que se lo quitó enseguida.  Sin disimulos anunciando primero el regreso a la clandestinidad de miles de mujeres a las que las circunstancias no permiten erigirse –ya les gustaría-  en hipócritas defensoras de los valores de la Familia tradicional… ¡como él!

Esta mañana la Reina del Carnaval se ha convertido en Doña Cuaresma en una entrevista en RNE. Preguntado el ministro por los condenables y tristes acontecimientos del IES LLuis Vives de Valencia, tres escupitajos a la inteligencia: “no debemos acostumbrarnos a que la voz se convierta en grito”; lo que hicieron quienes sólo quieren un poco de calor en clase "no es derecho de manifestación” sino el “ejercicio de la fuerza contra quienes protegen nuestros derechos" y -demencial- ese comportamiento debe tener “el mismo reproche, aunque la respuesta penal sea distinta, si lo realiza una persona mayor o menor de edad”.  Habría que preguntarle si aplicará ese mismo criterio cuando reforme la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

En fín…. que eligió el suicidio Don Carnal para anticiparnos un ayuno de derechos y libertades. Los que defendió cuando quiso que le quisieran por su disfraz de tolerancia cosido con hilos de humo. 

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17 de febrero de 2012

Siria a la inversa

"El hermano de uno murió por disparos de un francotirador cuando cruzaba la calle, la madre de otro, en un bombardeo;  todo el mundo quiere contar todo sin esperar. Agitan sus teléfonos: '¡Chouf, chouf, mira!' Un cadáver cubierto de señales de torturas, otro con el cráneo hundido, otro en el que la cámara se detiene en cada herida, agujeros en la ingle, en la pierna, en el pecho, en la garganta. En todas partes me enseñan las mismas cosas... En Homs, cada teléfono es un museo de los horrores." JonathanLittell. Siria, al otro lado del espejo

Hace justo dos años, Loto preparaba entusiasmada, con lápiz HB nº2, sacapuntas y la guía Lonely Planet, el viaje que estos días lee en tinta de imprenta escupida desde las entrañas de quien supo, con maestría, penetrar en las suyas.  

Prontó hará dos años, Loto conoció otro Homs y otra Siria. El primero, de pasada, buscando transporte en una terminal de autobús para cruzar, al revés que Littell, la frontera hacia Líbano. La segunda, en la breve profundidad que permite la pasión contenida tras un bigote o un hiyab, emborrachando los sentidos en las ancianas Damasco y Palmira.

Hace ya dos años que subrayaba con los ojos sonrientes. Hoy  prefiere no resaltar nada ¿para qué? Sólo lee, con la sonrisa triste de la envidia agradecida y el hígado machacado por la rabia de saber que no podría volver y, aunque pudiera... el viaje ya no sería sino su inversa.
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